martes, 5 de octubre de 2010

La Bestia



Todo comenzó como un murmullo común y distante, la lejanía difuminaba lo que Trina imaginó eran aplausos y coros de canciones, pero el sonido no distaba mucho al de una colonia gigantesca de aves, todas piando y todas en permanente cortejo. Conforme fue acercándose descubrió que el murmullo  no cambiaba, mas las aves ya no eran aves, ahora sonaban a mamíferos de poco cabello.
Mientras caminaba por las calles cercanas, recordó que cuando estuvo ahí por primera vez, pensó: < ¿cuándo habrá tantos cuerpos tibios buscándose unos a otros, como para no ser notada en ese lugar? > Ese día era la respuesta a la pregunta hecha unos siglos antes.
De a poco, la noche dejó ir surgiendo luces que parecían desafiar a la naturaleza, una fuente luminosa en la tierra emanaba ases de luz a un cielo pintado de nubes.
No se puede negar que cuando estuvo realmente cerca, la catrina sintió nervios por dos razones; la primera es probable que la esté yo confundiendo con ansiedad; la expectación en Trina, sobre lo que encontraría al llegar crecía y crecía, pues los sonidos se movían en tan diversas formas que fue inevitable notar el misticismo que en ellos se hallaba. La otra razón de su nerviosismo, más adelante será.

Seguramente el hecho de que llegó sola, la dotó de esa presencia fantasmal que la libró de las miradas de los asistentes, así que ella pudo seguir andando imperceptible con bebida en mano para continuar el achispamiento que ya traía ¿y cómo iba alguien a notarla? Si frente a ella se hallaba semejante Bestia, un monstruo que bien podía tener diez mil piernas o bien ninguna. Una masa multicorporea e indefinible, cuyo único fin era materializar la música del grupo que tuviese en el escenario.

Temerosa, como seguramente lo estuvo el primer hombre en sumergirse en el océano, decidió entrar en aquella Bestia, dándose paso por sus fauces, tropezando a cada centímetro, respirando de sus pulmones, escuchando de sus oídos y viendo a través de sus ojos hasta que se detuvo y cayó en la cuenta de que no era más La Catrina Trina, ella era la Bestia, fue sus dientes, sus ombligos, sus talones, sus estrías y cuanto quiso.
La comió la Bestia y sintió la fuerza que sólo la unidad  puede dar, la unidad de las voces y espíritus de los hombres.

Cuando estaba todo por terminar, cuando Botellita de Jerez había calmado el hambre de aquella Bestia insaciable y que si se le quiere llamar de alguna forma se me ocurre Colima, ávida de diversidad cultural y eventos de profesionalismo como el que se vivió el domingo pasado, se daba fin a una noche poco usual en la vida cotidiana del estado.
Vomitada por la Bestia, trina a su costado creyó por un momento que la rítmica vibración de su cuerpo era ocasionada por los latidos del gigante, para su sorpresa, era su propio corazón quién la tenía convulsionando, y queriendo y no, tras de sí fue apareciendo la imagen que toda catrina desguarnecida busca al despertar. Giró la cabeza y tratando de no hundirse en el inmenso fondo de los ojos frente a los suyos, saludó con una leve sonrisa, al recibir una idéntica respuesta, La Catrina Trina supo que la mejor música del Festival Colima 2010 la estaba escuchando solo ella, dentro, muy dentro de sí. 

1 comentario:

  1. eres Bueno en esto,mis respetos,son muy buenas publicaciones,eres todo un estuche de monerias,,=D jaja!
    para qe no digas qe soy culera!!

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